25.8.10

olor a espliego

Haylos
Unos lugares donde el espaciotiempo no sabe cómo llegar y un fin de semana se convierte en un minúsculo y cachondo infinito. Dígase casita rural.

Metes en la mochila el corchete de un paréntesis abierto, el bikini y las ganas de reir y coges carretera en caravana de amazonas. Al llegar abres la mochila y descubres que te has dejado el cepillo de dientes con las prisas...un mal menor comparado con el de mi amiga que se olvidó las sorpresas con alas.
Tranquilas
Vino nuestra marisabidilla que trae de todo, hasta la rasuradora pitiminí ¿esto pela papas? en su caja de embalaje tan mona. Todo todo menos el antídoto contra la picadura de resacas que en el último momento preparéntesis eché en el bolso. Y menos mal. Cómo picaba. El estuche de costura recuerdo de otro lejano microinfinito quedó olvidado en el fondo del bolsillo al que cayó cuando sacaron el tebeo de Maitena y la baraja.

Revuelo de libélulas. Concierto de todo tipo de aves sin nombre conocido a las ocho de la mañana con un café calentito. Y va subiendo el olor desde la cuarta cafetera con el volumen de confidencias, charlas, risas, risas, risas, impulsos y disparate.
Queda una durmiendo.
No la despiertes, está soñando con el atardecer de ayer bajo la palmera.
Por eso, vamos, despertémosla, que entre otra vez en el sueño antes de que cerremos la mochila y el paréntesis.


Una experiencia que deberíamos repetir cada año. Grupo de mujeres que aparcan sus vidas durante un fin de semana (gracias a ellos en algunos casos, que tomaron el relevo en este otro lado). Mientras más mejor, que al repartir el gasto a escote (pagan más las pechugonas jojo) sale muy bien la escapada. Y digo mujeres porque a los hombres estas cosas ellos solos como que no. Curioso verdad?
La sensación sería algo como esto algo cutrillo que pongo abajo.
La música que arrulla es de nuestro Benito Cabrera.
Preciosa canción Nube de hielo.

11.8.10

de campo y playas

El olor a eucalipto ensancha la aorta. ¿Dónde pone eso?. En ningún sito. La ensancha, lo sé. Y el de salitre expande la quinta neurona.
Entonces, los párpados hacen clic. Tal que así

psssh, ey, los rayos del sol no pueden cruzarse -ya está el listillo- 
En mi nube sí

6.8.10

uveaceaceioeneese

Estoy de vacaciones con todas sus letras. Lo que yo traduzco como tiempo de no tener que. Y ahora mismo, como se habrán dado cuenta los más agudos entre los que no me encuentro, las cosas como son, trasteando un ratillo -sólo uno que son vacaciones- delante de este aparatejo succionador.

Sin embargo no estoy tranquila. Estoy inquieta. Desinquieta en canario.
Mis maravillosas dos manos suplentes están haciendo el trabajo que a mí se me hace tan cuesta arriba. Limpiar mi casa. 
No puedo evitar sentirme culpable de estar aquí tecleando mientras Olga trastea por todos los rincones de mi casa hasta dejarlos brillantes. Le he recogido antes todo y ahora me castiga aquí para no estorbar.

Sólo puedo darle trabajo dos días al mes. Y si coge vacaciones o se pone enferma, se las pago.
Me lo quito de ropa, zapatos y este año de viajes. Y sin embargo, algo por ahí adentro ó ahí afuera, sigue erre que erre con la culpabilidad.

Dios me la bendiga, me dice. Bendita ella.
Y ahora sí que sí, con el suelo de mi casita oliendo a aloe -eso que sirve para todo- me voy a dar otra escapada por estos minimundos de mi tierra que nunca terminas de conocer y siempre siempre te sorprenden.
Sin cámara, cachientó, que ya se escojlunció otra vez el pitorrillo o pitorrilla.