Como todos saben, las hamacas de las piscinas tienen un resorte que,
cuando las nubes pasan a primer plano, hacen que los adoradores del
sol salten haciendo una cabriola y desaparezcan de escena. Mi hamaca
estaba defectuosa y lo agradecí, porque así pude ser testigo del
cruce de conversaciones entre los actores presentes.
Mis
amigas: ¿¡Qué haces!? Vente para adentro que se fue el sol.
Las
nubes: El sol no se va, siempre está ahí. ¿Acaso no les gustamos
nosotras?
Palmera:
No se ofusquen, nubecillas, los humanos no entienden de sombras.
Yo:
¿Qué tenemos que entender de la sombra?
Mis
amigas: ¿Eeeeh? Sólo hay cervezas, no hay anís para un sol y
sombra.
Las
nubes: Que son parte de la luz.
Yo: Yo si lo sé. Y que las sombras nos permiten apreciar la luz cuando aparece.
Mis
amigas: Chacha, no te entendemos nada, te estás perdiendo el
aperitivo.
Yo:
Tráiganme una clarita porfa que se está muy a gusto aquí.
La
palmera: ¿Qué es una clarita?
Las
nubes: Es eso que se toman bajo las sombrillas cuando sol asoma.
Mis
amigas: Se está abriendo el cielo, ¡vamos para afuera!
El
sol: Ay señor que poca fe.