19.4.19
6.4.19
Memoria selectivérrima
Dicen
que la felicidad consiste en tener mala memoria y va a ser que sí.
Mis
primeros recuerdos son de los ocho-nueve años, de ahí para atrás
naíta: Así como imagen, mi profesora de cuarto con su bata de
cuadros de vichy rosa y blanco escribiendo en la pizarra. Y así como
batiburrillo, mi muñeco de trapo con pelo erizado azul que se reían
de él. La melena rizada de mi querida amiga Anabel y el pan con
chocolate de mi amiga Celia, con la que tuve una pelea de agarrarnos
de los pelos a la salida del cole y vino un poli a separarnos -pero empezó ella que me tiró de las trenzas eh.
Mi
libro de cuentos de Hans Christian Andersen con sus bellas
ilustraciones y los recortables que yo misma me hacía copiando a la
reina de las Nieves. El siroco, que pegaba la arena a mi polo de
hielo y Vela, que era el apellido de aquel chico moreno que no tiene
cara. Poco más de tan pequeña, el resto lo recuerdo por las fotos.
Pues
con todo, así mismo. ¿Recuerdas cuando fuimos a? NO. ¿Recuerdas
aquella vez que hicimos? NO. ¿Fulanita, la hermana de Ciclanita,
recuerdas? NO.
A
veces mis amigas, mi familia, me sorprenden gratamente recordando
anécdotas. ¿Yo hice eso? Vaya, no lo hice tan mal. Y otras veces me
sacan los colores. ¿Yo dije eso? Tierra trágame.
Memoria
selectivérrima. Y creo que no está tan mal oye.
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