A
veces se me para el reloj del ánima y me arrebujo entre mis sábanas
existenciales alejada en ralentí del mundanal camino. Nadie. Nada.
Yo conmigo. Así está bien.
Luego
de repente, cuando menos lo espero, una chispa explosiva de ganas
locas y piummm ¡hala!. A la maratón otra vez.
Somos
un laboratorio fantástico.