3.3.12

Candela

Candela sonreía con los mofletes pecosos a falta del blanco de su futura sonrisa. En su lugar, cuatro huecos en la encía le daban el aspecto simpático y ruin que tienen todos los pequeños desdentados.

Pedcevedancia, ceceaba satisfecha.

Y es que esa tarde ya no ahuecó sus manos como todas las tardes de vuelta a casa para gritar eoooo soy yoooo a través de la rendija de la puerta del jardín mágico.
Esa tarde el jardín por fin salió a conocerla.


E-man-ci-pa-ción,  leyó a continuación en su lista de palabras raras raras raras