El garito prometía desde la mesa de picoteo en la calle La Noria, zona de ocio en Santa Cruz por excelencia y por descarte, porque no hay mucho más, para qué voy a engañarles. Allá arriba en el primer piso las luces multicolor al compás de la música y la promesa de vistas panorámicas de la zona de terrazas invitaban a entrar a ritmo de chunda chunda.
Y así subimos las escaleras las amigas champion league tras pasar por el baño como es de rigor -¿que qué hacemos las chicas arrepretujadas todas en el baño? Ja, a ti te lo voy a contar. En tu próxima vida elige ser female, se siente-
- Chachas ésto está medio vacío, sólo hay un puñao de gente y todo tíos!
- Anda tira palante que aún es temprano, ya se irá animando y así hago mejor mi numerito de brake dance juas, pistaaaaaa
- Anda tira palante que aún es temprano, ya se irá animando y así hago mejor mi numerito de brake dance juas, pistaaaaaa
Cubatas y vodkas limón nos acompañaron a una zona estratégica: semiapartada, semicerrada, perfecta para cotillear mientras movemos la tibia y el peroné.
Dos canciones y tres buches después se acerca un maromo:
- Disculpen, se ve que el camarero no les ha avisado, pero es que tenemos reservada esta planta hasta dentro de media hora, una despedida de soltero y tal.
- Ups, disculpa, no lo sabíamos.
- No, no pasa nada, si quieren se pueden quedar, no hay problema.
- Ah, pues vale, gracias, no molestaremos aquí a nuestro rollo, ustedes a lo suyo y eso.
- Esto, bueno, lo único es que está subiendo una streaper ahora mismo, de hecho al principio pensamos que era alguna de ustedes ja, (ja?) pero no se preocupen, será en la otra punta de la barra, donde terminan las escaleras. Ciao.
...
La cristalera panorámica NO era opción de salida.
La cámara oculta se nos pasó por la cabeza, pero NO la había.
La zona semiperfecta se convirtió de repente en una madriguera surrealista.
Y la risa enajenada que nos entró fue aumentando exponencialmente a los wooouuuu, ffiuu fiiuuuuu y tía buenaaaaa mezclados con el you can leave your hat on que llegaban del fondo hasta congestionársenos la cara casi tanto tanto como la de los trogloditas en que se habían convertido los amigos del soltero.
Y todo sin pagar entrada