Como el agua salada del mar no calma la sed, así tampoco nosotros encontramos consuelo en esos breves instantes de felicidad que salpican la vida, pues se difuminan con demasiada rapidez en el borrador de nuestro precario entendimiento. Sólo unos privilegiados son capaces de entender que en eso consiste la auténtica dicha: en conformarse, en aceptar esos espurios regalos que nos ofrece el devenir y, más tarde, en la más íntima soledad, guardarlos con esmero en el corazón para poder acceder a ellos cada vez que abramos la fascinante puerta del recuerdo."
Alejandra Alvarez-Casas -La boda de Helena
En la esquina de los viajes, ya coloqué mi maravillosa escapada de este verano que ha querido, caprichosamente, tomar forma medieval. Allí quedó junto a otras escapadas de años anteriores que salieron a saludarme en las formas adulteradas que vete tú a saber por qué eligieron. Tantos…
Hice espacio para los ratos eternos de pinceles de pelo y de píxel con la voz de Sade arrullándome de fondo…your love is king mmmm…y los puse junto a esos momentos sólo míos que me abrazaron otra vez más, alegres de verme. Tantos…
Apilé, junto a los botes ya tapados, un frasquito del olor de comidas preparadas con el esmero que me ha regalado este tiempo disponible y se coló, antes de taparlo, la cara de satisfacción de los míos al regresar del bendito trabajo y aspirar su aroma. Cuando mi alma está fuerte para el embate, abro por un momento otros frascos añejos y se mezclan en una sinfonía de olores demoledores la colonia de bebé con la pólvora de petardos y el sudor de noches locas. Tantos…
El revolcón de las olas, el concierto desmelenado con mis payasas del alma, la palmera que me mece, la cañita bajo el sol, bajo la luna, el dulce letargo de horas de lectura… Lo envolví todo delicadamente en capas de suave cariño y cerré.
Ahora toca retomar el tiempo de fragua, de forja. Otro nuevo capítulo comienza.