Ganas
ya de parar la maquinaria de pensar. De no tomar decisiones. De no
tener responsabilidad. Ni siquiera quiero pensar qué como mañana.
De no estar sometida a horarios ni fechas. De dar porcú muy fuerte
al estrés y comerme los mocos a pierna suelta.
Ganas
de sumergirme en la cautivadora nada.