Voy a estirarme un poco más a ver si así me encuentra la abeja. ¡Tengo
tantas ganas de conocerla y que me cuente sobre todo lo que hay más allá de
este terreno árido hasta donde me llega la vista! Me aburro un poco la verdad.
La roca es que habla poco. Acaso un sí o un no a mis preguntas. ¿Te
hace cosquillas mi tallo? Sí. ¿Quieres que perfume hoy con más intensidad? No.
Es muy suya.
La tierra me cuenta como vibra y de las cosquillas que le hacen las
lombrices y mis traviesas raíces, pero no me escucha. Habla y habla todo el
rato sin dejar que meta baza. A veces me pongo a cantar para que se calle un
rato y entonces sí me pone atención. Dice que le gusta como muevo mis pétalos
al bailar. Le cuento que el viento es una gran pareja de baile.
Me acaba de avisar que algo se acerca por el temblor cercano que siente.
Una persona. No puedo evitar echarme a temblar rogando que no me arranque.
Vaya, me ha hecho una foto. Espero que ya que no llega la abeja para
hablarme del mundo, que el mundo me hable a mí.
¡Hola mundo!