28.4.09
26.4.09
Sin rutina
Dudaba plantada en jarras delante de dos bidones de pintura y brocha en mano rumiando la irrevocable mudanza. El último cambio hacía ya cinco años la desconcertó al principio, pero decididamente le había sentado de maravilla.
De momento ya tenía claro los colores que iba a mezclar, pero aún en el último momento tenía serias dudas sobre cuál iba a repintar. Debía, tenía que elegir.
La puerta verde pistacho era su estabilidad: fotógrafa freelance, un nene cachetudo al que le inventaba un cuento cada noche y su hombre diáfano.
La puerta azul añil siempre fue su preferida. Las tertulias en el pub boheme desde su época de estudiante de filosofía eran alimento para su espíritu mojado con té de ruibarbo y regaliz. Sus ensayos tenían tirón.
La roja por supuesto era excitante, llena de noches locas y días nebulosos. Dos giras al año de un grupo alternadas con cuatro ferias del otro grupo, le daba de sobra a la comuna para ir tirando.
La bicolor era su último experimento: voluntaria de abogados sin fronteras en la subdivisión de inmigrantes sin papeles. Le producía una gran satisfacción ayudar a otros a que tuvieran sus puertas propias. Y le daba un comodín extra: el oculto saber de la mezcla de colores.
La burdeos era su licencia snob: rica heredera de sesiones de masaje y viajes por el mundo, mecenas de artistas prometedores, violonchelista en sus propias fiestas multitudinarias con su cuarteto de amigas de cuerda.
La puerta salmón era su gran obra. Contaba con su taller creativo de ideas absurdas, geniales, pintorescas. Su grupo de terapia de adultos estaba consolidado y el de jóvenes le aportaba a ella el sentido venerable de la vida y a ellos mucha estabilidad.
La azul turquesa le atraía como un imán: colaboradora en proyectos científicos destinados a erradicar el aura oscura de criminales no reinsertados. Cada éxito hacía de este mundo un lugar un poquito mejor.
Con parsimonia vació algo de azul cobalto en la cubeta, iniciando así el obligado tributo a la concesión de una vida sin rutina.
21.4.09
Esos ratitos
Cómo explicarte el gesto avispado, la mueca oportuna,
18.4.09
Sahara en mi retina
El desierto, compañero de juegos, te retaba a ascender por sus toboganes de arena y te acogía blandito mientras bajabas rodando a carcajadas por sus carnes dunas, ingenuamente feliz. Amigo plácido y divertido que, cuando se enfadaba se tornaba en Siroco y la tomaba con tu polo de fresa, empanándolo,
Lo invadía todo. Aprovechaba las largas ausencias estivales de sus colonautas para continuar su trabajo silencioso. Al regresar a casa empujabas con fuerza la duna que se había instalado por derecho propio tras la puerta de entrada y así te daba su bienvenida.
Tengo un trocito suyo en esta isla nuestra: Las Teresas maquillada de Sahara, playa de Las Teresitas teñida de desidia y avaricia
11.4.09
Anacletation, agente secretation
Sólo se atina a leer Secret y que trata de la Operación Padoway o algo así. Pero la información ya la sabemos toditos y aceleró la redada prevista y la detención de una docena de presuntos terroristas (no escribo el nombre de la organización por si me espían y tal). Tela el asunto.
No pienso hacer de Torquemada, XD me libre (XD es otro ejemplo de belilla a la que quiero muchísimo y del que me he apropiado: allá en los comienzos del Messenger y los sms escribió durante muuucho tiempo este signo convencida de que quería decir “por Dios”. Provocó muchos XD seguidos como es normal en ella. Besote, María). Pues eso, que tampoco hay que echar más leña al fuego (por seguir en la línea de Torquemada auggh), pero no he podido resistirme a comentarlo, porque la cosa no sólo tiene guasa refrescante, sino que conforta comprobar que somos t o d o s taaaaaan cachanchanes. Implicitum est a la raza humana, man que nos duela.
Son curitas de humildad para unos, escarnio de otros. Los unos y los otros pueden cambiar de orden en la frase, que no se nos olvide. Magnífico ejemplo para el curro, cuando alguien se olvida de que el orden de los complementos en la frase es caprichoso y aleatorio.
Creo que la dimisión era de cajón, por totufo, aunque hay quién dice que fue excesivo para un simple descuido. No, la lapidación es excesiva y repugnante; la dimisión desde esas alturas es sólo un acto de responsabilidad.
Por cierto, no tengo muy claro si en nuestro terruño se hubiera hecho lo mismo.
9.4.09
Trivial, quién dijo trivial
Lo más difícil fue el entrenamiento zen para superar la barrera psicológica, que la física ya estaba en el armario. Atrás los años que acaban en dos, despreocupados divertidos desmelenados, delante, la página en blanco golosa de futuro. Y a falta de una frase que inmortalizara su paso como allá en la Luna, dispuso una ofrenda: su trenza.
Como un ritual se encerró en el baño y compartió el rugido de la motosierra al nivel dos -como los años que despedía- no fuera a parecer muy extrema su cocorota, tampoco hay que pasarse.
El silbido de la tijera cortando la trenza se lo guardó para sí. La trenza la tiró.
Y el pequeño grandísimo padawan apareció convertido en el joven jedi. Noble y valiente jedi, que rima con Fredai.
Se sabe la respuesta, así que la porción del quesito verde ya es suya.
El tablero de juego le espera para completar todos los colores y si los hados le visitan, para inventar los suyos propios.
Que la fuerza y el amor te acompañen.
p.d. el que llore vuelve a la casilla de salida ;)
7.4.09
mil uno, mil dos, mil tres
Desanduvo y volvió a andar los pasos hasta el semáforo ahora en verde y se encontró confusa con un gran tumulto, caras espantadas.
Había alguien en el suelo que no se movía. No quiso mirar. Nunca fue morbosa y al tiempo que desvió la mirada reconoció algo familiar en la figura yacente que la paralizó. Eran sus botas.
Miró de reojo sin atreverse casi y su mirada quedó anclada a sus pantalones, a su camiseta, a su pelo. Soy yo.
Soy yo sin rebeca.
2.4.09
Observaciones involuntarias
- ¿puede cambiarme?
- A ver. No sé si tendré
- Es que el cajero no da menos
- Mayormente porque sólo expende de 20 ó de 50
- Ya, cuando los tiene, por eso me lo cambias tú, bonita
Y la cajera le tiró los billetes cambiados en la bandeja fría sin levantar la mirada
Llegó el anciano como cada primero de mes a la ventanilla del banco:
- ¿ya cobré la pensión?
- A ver. Sí, mire D.Pascual, ya le hicieron la transferencia
- A ver
- Mire, aquí, transferencia de 725,87 euros
- No, quiero ver los billetes y que me los cuente
Y la cajera sacó el fajo que tenía preparado todos los primeros de mes 50, 100, 150…
- Bien. Ahora deme 50 en billetes de 10
Y la cajera los contó a dúo con el viejillo y se los dio con una sonrisa. Adios, D.Pascual!
Llegó el joven mensajero a mitad de mes a la ventanilla del banco:
- bssss bssssbsss bsssss
- 8 euros
- bss bss
Y la cajera le dio 5.
Y todos los de la cola de repente se entretuvieron leyendo los posters de la pared