Era
sólo cuestión de tiempo que ese ruido monótono e infernal desde
que salía hasta que se ponía terminara por volverla loca también.
Sólo al anochecer, cuando el estruendo del sol se transformaba en un
intenso murmullo, salía a la calle. Eso y los cascos es lo que de
momento la salvaba.
Yo lo veo así ya... el ruido no lo hace el sol, lo hacen los monstruos que me rodean.
ResponderEliminarLa noche y el día son mundos distintos e inconexos. Se rozan los bordes, jamás se mezclan.
ResponderEliminarAbrazo!
Me intrigó el relato.
ResponderEliminarBesos.
Te acompaño
ResponderEliminarBesos
Me gustó la foto.
ResponderEliminarBesos sin ruido.
Al menos tiene salvación, por ahora.
ResponderEliminarCurioso relato.
Un saludo.
Imagino unos cascos para aislarle los ruidos a esos sensibles oídos,
ResponderEliminarBesos silenciados.
¿A que sonará el sol?
ResponderEliminar¿La luz hace ruido?
...y yo aquí, sordo. Sin enterarme.
Cuantos sonidos se nos escapan a nuestra limitada percepción. Y colores y sabores y espectros visuales. Eso ahí afuera debe ser la repanocha.
EliminarHay tantos sonidos como bien dices tú que se nos escapa , al igual que los sabores y yo me pregunto a que sabor tendrá una nube de las del cielo a que sabe la lluvia , besos guapa ahora voy a leer tu nueva entrada .
ResponderEliminarIntrigada me he quedado
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