20.1.18

Estoico mounamoto

Se levantó como cada mañana laboral al primer aviso del despertador. Tomó la bata y las pantuflas a juego que le habían dejado los Reyes y se los puso. Se dirigió a la cocina y preparó su 10.950ava cafetera mañanera. Se sentó ante el ordenador mientras saboreaba su café. Doce, quince, dieciocho, veinticinco, treinta y uno, cuarenta y tres. Se tomó el último sorbo mientras miraba a un punto infinito. Se ajustó el cinturón de la bata y cogió las llaves del coche. Condujo por la derecha sin adelantamientos ninguno. Aparcó. Subió a su oficina y se dirigió a su mesa. Buenos días. Vengo a por la foto de mis nietos. Se dio media vuelta y se fue silbando.

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