18.4.20

Sueños chiquitos, chiquitos sueños


Mi mente se vuelve pequeña a fuerza de conformarse con poco. Saben lo que les digo, ¿no? Como que los sueños se adaptan a las circunstancias para que no termines llorando en una esquina por esa Toscana imposible. La mía, mi mente, ahora tiene dos versiones recurrentes. Una, es un campo de amapolas que de vez en cuando me deja ver y otra, con algunos cambios según la ocasión, es la siguiente que les voy a contar.
Me pongo una mascarilla que no tengo y salgo hacia la parada de guaguas. Me subo a la primera que pasa y me siento al final, mi cabeza apoyada en la ventana. La guagua está vacía, cosa que me tranquiliza; salir se ha convertido en una sesión estresante. Arrancamos. 
Los laureles de la Rambla pasan y se van pasan y se van pasan y se van. Los aparatos de hacer gimnasia están vacíos como no podía ser de otra manera, porque en esta ruta que el chófer ha tomado no hay aparatos de gimnasia. Le lanzo un beso volado a las tinajas con su melena de petunias. Gracias, regador de flores. La fuente de La Paz, ajena al mundo, continúa con su trabajo infinito. Un gorrión aletea salpicando gotas. Un hombre pensativo también lo observa sentado en la terraza del quiosco esperando a que le sirva nadie. Señor chófer, ¿la fuente de La Paz no la habían quitado para dejar pasar el tranvía? Huele a pollo asado. Y hay una cola de gente que aparece y desaparece como un anuncio de neón. Qué bonito el parque de La Granja, qué bonita la cárcel antigua, qué bonito los Institutos, qué bonita la casona que hace esquina, qué bonita mi antigua morada, qué bonito el límite del municipio. No les he contado que a mitad de trayecto se subió una señora. Pues se acaba de bajar. Florencia va cargada con dos bolsas de esterilla y lleva calcetines negros que le llegan hasta la rodilla. Se coloca el pañuelo, negro también, anudado en la garganta. Una vez visitó Madrid y trajo caramelos de violeta para todos sus vecinos.
Permítanme que cambie de postura porque el traqueteo del cristal me tiene loca la cabeza. Y esta mascarilla me la voy a quitar. A fin de cuentas el bicho no infecta los sueños chiquitos, o sí?
Esta avenida que ahora enfilamos no era así. Eran fincas que atravesábamos al fugarnos de clase. El Director del Instituto sigue en la puerta esperando nuestro regreso. El jodido mago se chivó. Firme, serio, amenazante.
El Director, el mago no; el mago nos saludó con la mano antes de jugárnosla.
A lo lejos veo la rotonda de La Laboral y los jardines del Campus central, pero esperen, no, no son jardines. Es un hermoso campo de amapolas.
Señorita, ya hemos llegado al final del trayecto. Lo sé. Ahora la vuelta. Gracias por lo de señorita.

14 comentarios:

  1. Me ha encantado tu sueño.

    Y mucho lo que mago significa en canarias.

    Me apunto que te gusta que te llamen señorita.

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  2. Ya han florecido, por aquí también algunas amapolas.

    Besos.

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  3. Un sueño hecho realidad, un recorrido de los que dejan huella.
    Besitos.

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  4. Me ha encantado este viaje contigo, de ida y vuelta...
    Como estos besos, que van y no paran... y que tampoco se pasan.
    Llegan hasta ti.

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  5. Yo soy más de pesadillas.
    Las últimas me dicen que el mundo que conocí ya no volverá más...
    Me dan ganas de ir al estanco comprar unos puros y volver a fumar.

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  6. Per favore, déjele su móvil y que la grave corriendo en pelotas por esos campos de margaritas-.
    Siiiiiiiii
    Hagámoslo todos..... Aver si me está afectando a mi también esto...
    beso signorina
    S

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  7. a este pirata le hubiese encantado acompañarte en tu colorido sueño.

    besos.

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  8. Dar una vuelta y contemplar el paisaje sí que es de ensueño

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  9. Da gusto viajar contigo, tan observadora y sana, que paisajes esos tan comunes y que sin embargo se extrañan tanto. Besitos Lopillas. Me ha encantado leerte.

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  10. Hola Cariño , no te preocupes que ese sueño
    lo volverás a vivir , ya que esos sueños no se pierden
    te deseo una feliz semana , besos de flor.

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  11. a ver si coincidimos en Firenze

    besos

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  12. El mundo ha cambiado y nos ha cambiado.
    Un saludo.

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  13. Y eres tinerfeña, de Santa Cruz además, de esa Plaza La Paz, ese Cine Víctor con el bar de los bocatas a la salida, ahí crecí también, aunque ahora vivo en el sur. Me alegra haber llegado a tu blog, ya no me voy más nunca jajajajaja. Un abrazo.

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