
Varios redondeles en rotulador rojo marcan cada año, inamovibles, determinadas fechas del calendario colgado en mi tablón de corcho mental: las dos citas anuales para ir al cine con el grupo de menudos menudos que me lo piden y que se renuevan con cada ciclo generacional, es una de ellas.
La cita de invierno siempre fue multitudinaria al coincidir con las fechas navideñas, en las que el retorno por unos días a los orígenes se convierte en una gran fiesta. Se forma entonces un buen grupo de primos y no primos nativos y foráneos en un corrillo graciosísimo. Yo quiero golos y cotufas; Pues yo chuches y palomitas y golos también, como él. La coca cola es como los taxis, todos la llaman igual. Y los japimilconaguets qué bien lo pronuncian todos, los jodíos.
La cita de verano siempre fue variable. Este año sólo dos de los menudos tenían su agenda disponible: el pequeñín que se incorporó como novel y la gordi, veterana abonada del grupo.
Eligieron por mayoría absoluta la película “Up”, con mi enmienda particular a las gafas 3D que prosperó.
Pequeñín sonreía contento en su trono gigante. ¿Cuándo empieza? ¿Cuándo empieza? ¿Cuándo empieza?. Sus ojos se abrieron como linternas y amagó un intento de huida cuando anocheció en la sala, hasta que los anuncios volvieron a dejarlo anclado a su sitio. ¿Qué dice? ¿Qué dice? ¿Qué dice? cacareaba a pleno pulmón cada vez que aparecían letras en la pantalla.
Aguantó la peli completa. Con dos visitas al baño, una a por palomitas, otra a por agua y otra más a por una silla elevadora que luego no usó. Saltó, aplaudió, y chillo como un poseso y probó todos y cada uno de los sillones vacíos de la sala entre paraditas a mitad de la escalera y de espaldas a la pantalla, hipnotizado por la ventana de luz que colgaba allá arriba. A todas éstas, santa gordi disfrutaba impasible de la película mientras se zampaba su bolsa de manjares.
Al salir del cine, pequeñazo se zafó de mi mano y se escapó corriendo hacia la feria instalada en la plaza, desapareciendo de mi campo visual en cuestión de segundos.
Gran previsor de imprevistos, mi refuerzo perpetuo ya esperaba fuera del cine y se quedó con gordi mientras yo salía detrás del meteorito. Con mirada retadora desde los columpios, pequeñazo esperaba mi puesta en escena. Una mano dibujó en su culo una nalgada intimidatoria mientras la otra le enseñaba la zanahoria en forma de macdonal que marcaba el camino.
Tras kilos de ketchup, devolví los menudos a sus padres que me parten el alma cada vez que preguntan, culpables, ¿qué tal se portó?.
Pequeñazo es, para entendernos, hiperactivo. TDAH TDO CD DDO. Todavía no se aclaran mucho los gurús de la mente con qué siglas clasificarle. Es aún muy pequeño, dicen. Así y todo lo medican.
Los adultos sobrados de sí mismos que lo tienen todo muy claro en esta vida lo llaman malcriado.
Claro que esos mismos adultos también llaman a la gordi subnormal.